Cuando en España hay elecciones (de cualquier tipo, pero
me voy a referir a las generales), nos llenan la cabeza con que si el reparto
de escaños es justo o no. Se haga de la manera que se haga, siempre va a haber
alguien que se sienta perjudicado, y otros que sean beneficiados (pero estos no
lo dicen). Vamos a echar un ojo a los resultados de las elecciones generales de
2015. Hay muchos partidos pequeños, por supuesto sin representación en el
congreso, que no he puesto, porque no han salido en el pantallazo (pinchando en la imagen se ve más grande).
En 2015 se repartieron 350 escaños, y hubo un total de
25.349.824 votos válidos. Si dividiéramos entre los 350 escaños, tendríamos que
cada vez que se consiguen 72.428,07 votos , se obtendría un escaño. Quitando
los decimales, sería un escaño por cada 72.428 votos.
Si dividimos el número de votos de cada partido entre esos
72.428 votos, nos daría el número de escaños de cada partido, si se repartiesen
simplemente dividiendo los votos obtenidos entre los que hacen falta para
consegir un escaño.
Partido
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Votos
|
Escaños en teoría
|
PP
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7215530
|
99,62348815
|
PSOE
|
5530693
|
76,36125532
|
Podemos
|
5189333
|
71,64816093
|
C's
|
3500446
|
48,33001049
|
ERC
|
599289
|
8,274272381
|
DL
|
565289
|
7,804840669
|
PNV
|
301585
|
4,163928315
|
Unidad Pop.
|
923105
|
12,74514
|
Bildu
|
218467
|
3,016333462
|
CC
|
81750
|
1,12870713
|
PACMA
|
219181
|
3,026191528
|
UPyD
|
153498
|
2,119318496
|
NÓS
|
70464
|
0,972883415
|
unio.cat
|
64726
|
0,893659911
|
Total
|
340,1081902
|
|
(el resto, entre los demás)
|
Es decir,
si el reparto fuese así de fácil, el PP habría tenido 99 escaños “y pico” en
vez de los 123 que tuvo; el PSOE habría tenido 76 escaños “y pico” en vez de
los 90 que tuvo,…y habría muchos más partidos con representación en el
congreso, como PACMA o UPyD, y algunos quedarían con “casi un diputado”, como
NÓS.
Pero es que
no se puede tener ese “casi un diputado” o 76 diputados “y pico”. Esos
decimales ¿qué hacemos con ellos? ¿Cómo decidimos si redondeamos hacia arriba o
hacia abajo?
Examinemos
más detalladamente algunos resultados: los cuatro partidos grandes se reparten
la mayor parte de los escaños de una forma más o menos justa: a más votos, más
escaños. Pero fijémonos en el partido Unidad Popular (Izquierda Unida, que le
han cambiado el nombre): por el número de votos totales (923.105) debería tener
12 escaños, y en cambio solo tuvo 2. En el otro extremo, Bildu debería haber
tenido 3, y solo tuvo 2. PACMA debería haber tenido 3, y en cambio no tuvo
ninguno, y UPyD debería haber tenido 2, pero se quedó sin ninguno.
¿Entonces
qué pasa?
En España,
el reparto electoral se rige por la Ley D´Hondt. Es un sistema para eliminar
los decimales, pero que causa grandes desigualdades cuando hay muchos partidos
políticos, sobre todo, fastidiando a los partidos pequeños de índole nacional
(los no independentistas).
En primer
lugar, en España cuando hay elecciones no hay solo una elección: hay 52, una
por provincia, más Ceuta y Melilla. Estas 52 “mini-elecciones” se denominan
cincuscripciones. En cada sitio las listas son diferentes, y no tiene sentido
que todos los partidos se presenten en todas. Por ejemplo, los partidos
independentistas catalanes, sólo se presentan en Cataluña, así que todos sus
votos los consiguen allí. Sin embargo, los partidos nacionales (sean grandes o
pequeños) se presentan en las 52 cincuscripciones que hay.
Los 350
diputados son elegidos en estas mini-elecciones, en unas cantidades que
dependen de la población. En las cincuscripciones más pequeñas (Ceuta y
Melilla) hay sólo un escaño en cada una; en Navarra hay 5, en Murcia hay 10,…,
y en Madrid, que es la provincia más poblada, hay 36.
El número
de escaños va en relación con la población, pero no de una forma directamente
proporcional: en Navarra viven unas 640.000 personas, y en Madrid unas 6.400.000
(diez veces más), pero en Navarra se repartieron 5 escaños y en Madrid 36
(siete veces más, no diez).
Para
explicar el reparto de escaños en cada cincuscripción mediante la Ley D’Hondt,
voy a poner un ejemplo, con partidos ficticios:
Imaginemos
que hay que repartir 10 escaños en una circunscripción (también vale esto para
elegir al alcalde de cada municipio). Se cuentan los votos y hay en total 585.743
votos válidos. El número de votos que ha obtenido cada partido es:
Partido A:
201.365
Partido B:
145.742
Partido C:
101.258
Partido D:
65.369
Partido E:
54.468
Partido F:
17.541
En primer
lugar, hay que calcular cuánto es el tres por ciento de los votos válidos. Todo
aquel partido que no obtenga el tres por ciento de los votos válidos en una
circunscripción, queda fuera del cálculo. El tres por ciento de 585.743 es 17.572. Por tanto, señores del Partido F, gracias por venir, pero se quedan sin
representación. Por 31 votos, pero no pueden seguir en el proceso.
Esta es la
explicación de que Unidad Popular (Izquierda Unida) solo haya tenido 2 escaños:
en la mayoría de provincias no llegó al 3% de los votos, por lo que, aunque se
presentó en las 52 cincuscripciones, y tuvo en total más de 900.000 votos,
apenas “pasó el corte del 3%” en las provincias más pobladas. Lo contrario le
ocurrió a Coalición Canaria (CC): solo tuvo 81.750 votos, pero es que se
presentó sólo en dos sitios (Tenerife y Gran Canaria). Y lo mismos con ERC y DL
(sólo en Cataluña), y el PNV y Bildu (sólo en el País Vasco). Cuando todos tus
votos se concentran en pocos sitios, vas a obtener mejores resultados. Y por
eso los partidos independentistas catalanes y vascos (bueno, estos
nacionalistas e independentistas) están representados en el congreso de Madrid;
se presentan en pocos sitios, pero allí les votan.
Sigamos. Los cinco partidos
que han pasado a la siguiente fase deben repartirse los 10 escaños. Vamos a
hacer una tabla, y vamos a dividir los votos que tuvieron entre 1, entre 2,
entre 3,…, entre 9 y entre 10 (porque hay 10 escaños). Y vamos a marcar en rojo
los 10 números más altos que obtenemos:
Pues esos
son los escaños de cada uno: el partido A se lleva 4, el partido B se lleva 2,
el partido C se lleva 2, el partido D se lleva 1 y el partido E se lleva 1.
¿Quién está
contento y quién no?
- El
partido A está contento, porque tiene el doble de escaños que el partido B,
pero sólo tenía un 25% más de votos.
- El
partido B no está contento, porque empata en escaños con C, sacándole un 40% de
votos. Y encima A le dobla en escaños
- El
partido C está muy contento: ha empatado con B teniendo muchos menos votos, y encima
si A quiere gobernar, le necesita. Le va a sangrar todo lo que quiera.
- El
partido D está relativamente contento, pero el partido A no le necesita para
gobernar
- El
partido E está contento, porque ha empatado a escaños con D, teniendo un 17% menos de votos.
-
Y
el partido F piensa: no he pasado el corte del 3%, pero aun así estaría muy
lejos de conseguir un escaño. Pero si puedo juntarme en las próximas elecciones
con el partido C, que tiene unas opiniones políticas parecidas a las mías, lo
hago, y por lo menos mi líder tiene opciones de salir diputado (o concejal).
Y resulta
que A y C no se ponen de acuerdo para gobernar. Entonces vuelve a haber
elecciones seis meses después. Y esta vez, C se junta con F y forman el partido
CF. Y ahora, todo el mundo vuelve a
votar igual, porque a la gente le da igual qué es mejor para el municipio, solo
vota los “colores”. Pero ahora los votos de C y F se van a sumar. Es decir,
vuelve a haber 585.743 votos válidos, que se reparten así:
Partido A:
201.365
Partido B:
145.742
Partido CF:
118.799
Partido D:
65.369
Partido E: 54.468
Esto
básicamente pasó en las elecciones de 2016: se juntaron Podemos y Unidad
Popular, y se sumaron parte de los votos, pero muchos de sus votantes (más de un
millón sumando los de ambos partidos) no estuvieron de acuerdo con esa mezcla,
y cambiaron su voto. De manera que pasó de haber 69 diputados de Podemos y 2 de
Unidad Popular (total 71) a haber 71 diputados de Unidos Podemos (¡toma ya, qué
jugada maestra!; ¡qué genios los que pensaron que la mezcla les haría mejorar
los resultados!).
¡Otra vez
los mismos resultados! 4 para A, 2 para B, 2 para CF, uno para D y 1 para E.
Claro, si no le ofreces nada nuevo a la gente para captar seguidores, vuelven a
votar lo mismo. El único que está contento es el líder del partido F, que ha
pasado de estar en su casa viendo los debates, a participar en ellos.
En las elecciones generales de 2016 hubo un baile de escaños entre partidos más o menos afines (el PP ganó los que le quitó a Ciudadanos, la jugada de Podemos e Izquierda Unida les salió rana, los independentistas se quedaron más o menos igual…) Salvo unos pocos que el PP le quitó al PSOE, todo quedó igual.
Y así está
el país, que no hay quien gobierne.
En
conclusión: así se reparte el pastel de las elecciones en España. De esta
manera queda gente descontenta (los partidos pequeños), pero si se repartiesen
en proporción al número de votos, serían otros los que quedarían descontentos
(esta vez, los partidos grandes). Y por eso, no quieren cambiar la ley
electoral.
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