El
cerebro humano es una máquina muy curiosa. Nos permite hacer muchas cosas, pero
también es muy fácil de engañar y manipular.
La
manera más típica de engañar al cerebro son las ilusiones ópticas. Pongo aquí
algunas de las más famosas:
La escalera de Penrose: en esta
escalera, se está subiendo (o bajando) continuamente
El
artista holandés M.C. Escher se basó en ella para hacer su litografía “Escalera
arriba y escalera abajo”
Escher
jugaba con la perspectiva en sus obras. Otra de las más famosas es “Cascada”,
donde se ve que el agua cae por una cascada, y a la vez sube por una rampa.
Otra
ilusión óptica muy conocida es “Mujer joven-mujer vieja”. En ella puede verse
una mujer joven de perfil, con una especie de pluma en el pelo, y a una mujer
mayor, con una barbilla muy marcada, y un pañuelo en la cabeza. La oreja de la
mujer joven es el ojo de la mujer mayor.
Si
es la primera vez que ves este dibujo, seguramente veas antes a la mujer joven.
Pero una vez que encuentres a la mujer mayor, te resultará más fácil ver a ésta
que a la joven.
Otra
parecida: la ilusión del hombre – rata. Aquí puede verse a un hombre mayor,
calvo y con gafas, y a un roedor con la boca abierta y rabo largo.
También
hay ilusiones con longitudes de líneas. Esta se llama “Ilusión de Müller-Lyer”,
y, aunque no lo parezca, las tres líneas horizontales son igual de largas. Los
segmentos inclinados hacen que parezcan de diferente longitud: la de arriba
parece más corta, y la de en medio la más larga, ¿verdad?
Lo
mismo ocurre aquí: en la taquilla se forman dos flechas señalando “hacia fuera”,
mientras que en la puerta del fondo, las flechas señalan “hacia dentro”, por lo
que la línea vertical parece más larga. Pero en realidad, son iguales.
Otro
ejemplo parecido: como las ventanas son más grandes cuanto más cerca del primer
plano están, creemos que los hombres e hacen más pequeños a medida que se
acercan a nosotros. Pero si los medimos con una regla, vemos que su tamaño es
el mismo. En este caso, el contexto (lo que rodea a las imágenes que resultan ser iguales), en este caso, el tamaño de las ventanas, hace que nos formemos una opinión equivocada.
Y
otro ejemplo más: vemos el hombre de camisa blanca de la derecha más pequeño que el de
la izquierda, situado más al fondo, porque, inconscientemente, lo comparamos con
el grande de camisa roja. Pero las dos figuras de camisa blanca son exactamente
del mismo tamaño.
A
veces, la posición es importante. En esta imagen, la figura B parece más grande
que la figura A, sólo por el hecho de que no se encuentran exactamente una
encima de la otra, sino que B está desplazada un poco a la derecha
Una
de las ilusiones ópticas referidas al tamaño más famosas (y divertidas) es la
“habitación de Ames”. Es una ilusión óptica a tamaño real. Se meten dos personas en una habitación, y una
de ellas parece, visto desde fuera, mucho más grande que la otra.
Aquí puedes ver un vídeo:
Nuestro
cerebro piensa que es una habitación normal, rectangular, cuando en realidad es
trapezoidal: el techo se inclina hacia abajo, y el suelo se inclina hacia
arriba. Pero el observador está situado en un punto exterior a la habitación,
desde el que parece que a medida que nos desplazamos a la derecha, crecemos.
Volviendo
al tema del contexto, si es muy claro, simplemente obviamos cualquier tipo de
información adicional.
Por
ejemplo, vamos a ver esta foto de París en primavera. Puedes leer que pone
“París en primavera”
Léelo
otra vez. En realidad pone “París en en primavera”. Nos resulta tan obvio lo
que representa la imagen, que no hemos leído con atención.
Cuando
tenemos mucha información en nuestro cerebro, hacemos asociaciones que resultan
ser falsas. Por ejemplo: ¿Qué ciudad está más al norte: Nueva York o Madrid?
Aquí
no hay trampa: nueva York está más al norte. Pero como asociamos Nueva York al
frío, y Madrid al calor, pensamos que está mucho más al norte, cuando en
realidad está menos de un tercio de grado más al norte. En kilómetros: unos 31.
Para que te hagas una idea, Segovia está más al norte que Nueva York (aunque
también en Segovia hace frío).
Podemos
poner otro caso: en un mapa, ¿qué está más arriba: el extremo más septentrional
(norte) de la provincia de Burgos, o el de Lérida (Lleida)? Asociamos Lérida con los
Pirineos, y creemos que es ese, sin pararnos a pensar que la Península Ibérica
está inclinada hacia el este, y que Burgos está más al norte.
¿Y
entre el norte de Burgos y el sur de Guipúzcoa? Pues igual: aunque Guipúzcoa
tenga playa, por lo que su norte está más arriba que el norte de Burgos, su
extremo sur está más abajo que el norte de Burgos.
El
caso más exagerado de este tipo de ejemplo es comparar Seattle (en el noroeste
de Estados Unidos) con Montreal (en el sureste de Canadá). Como instintivamente
vemos que Canadá está al norte de Estados Unidos, creemos que también Montreal
estará más al norte. Sin embargo, Seattle está dos grados y seis minutos más al
norte (en kilómetros: 230)
Otra
de mapas: ¿qué entrada al canal de Panamá está más al oeste? ¿La entrada por el
océano Pacífico o la entrada por el océano Atlántico?
Pensamos:
el Pacífico está al oeste del Atlántico, así que lo lógico es que la entrada
por el Pacífico esté más al oeste.
Pues
no.
Así
que hay que tener cuidado al asociar el conocimiento anterior con lo nuevo. Los
ojos nos engañan, y aunque el cerebro piense que algo no tiene sentido, nos es
muy difícil encontrar la explicación. No olvidemos que a veces, también depende del
punto de vista de quien mira:
Pero realmente,
el cerebro puede hacer cosas extraordinarias, sin que nos demos cuenta. Lee
este texto en voz alta, tan rápido como puedas:
Sgeún un
etsduio de una uivenrsdiad ignlsea, no ipmotra el ódren en el que las ltears
etsén ersciats, la úicna csoa ipormtnate es que la pmrirea y la útlima ltera
esétn ecsritas en la psiócion cocrreta.
El retso peuden
etsar taotlmntee mal y aún pordás lerelo sin pobrleams, pquore no lemeos cada
ltera en sí msima snio cdaa paalbra etenra.
Pesornamelnte
me preace icrneílbe.
¿Cuánto habías
leído antes de darte cuenta de que las letras están cambiadas de orden? Seguro
que lo puedes leer a la mima velocidad que este otro, en el que las letras
están ordenadas correctamente:
Según un estudio de una universidad inglesa,
no importa el orden en el que las letras estén escritas, la única cosa
importante es que la primera y la última letra estén escritas en la posición
correcta.
El resto pueden
estar totalmente mal y aún podrás leerlo sin problemas, porque no leemos cada
letra en sí misma sino cada palabra entera.
Personalmente
me parece increíble.
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