En otra
entrada hablaba del Sistema Métrico Decimal en lo referente a la longitud y la
masa. Ahora voy a comentar lo referente al tiempo.
La Tierra
da una vuelta cada 365 días y 6 horas. Eso ya se conoce desde la antigüedad, ya
que los egipcios tenían un calendario con ese número de días. Y los egipcios
dividieron el día en 12 periodos, y la noche en otros 12, haciendo un total de
24 periodos, que llamamos “horas”.
Las horas
las dividieron en 60 periodos más pequeños, los “minutos”, y cada minuto en
otros 60 periodos más pequeños, llamados “segundos”.
Hay que
tener en cuenta que en aquella época, el sistema de numeración no era decimal,
sino sexagesimal, un sistema que hoy apenas se usa en la geometría (un círculo
tiene 360 grados, no 400) y en los mapas (los grados se dividen en 60 minutos,
y los minutos en 60 segundos).
Pero
durante la Revolución Francesa se impuso el Sistema Métrico Decimal, y esa
fiebre de buscar múltiplos y submúltiplos de 10, ¿por qué no iba a afectar al
tiempo?
Es decir,
si un kilómetro se dividía en 1000 metros, y un metro se dividía en 100
centímetros, ¿por qué no inventar una medida diferente del tiempo?
Lo cierto
es que sí se intentó aplicar el Sistema Decimal al tiempo. De esta manera, un
día se dividiría en 10 periodos (horas), una hora se dividiría en 100 periodos
más cortos (minutos), y un minuto se dividiría en otros 100 periodos más cortos
(segundos).
Así que en
un día habría 10x100x100=100000 segundos, en lugar de los 24x60x60=86400
segundos que hay en un día. De esta forma, los segundos decimales serían más
cortos que los segundos sexagesimales, porque en un día habría más.
La idea no
prosperó, y se abandonó en 1806. Resultaría curioso preguntar “¿Qué hora es?” Y
que te respondan “Las 8 horas 87 minutos y 93 segundos decimales”.
Hay
aplicaciones para móviles que instalan un reloj así, pero nadie lo hace, porque
lía más de lo que aclara. Solo a las 12 de la noche coinciden ambos sistemas
(son las 0:00:00, lo midas en decimal o sexagesimal).
Pero en la Revolución Francesa también se afectó al número de días. El año siguió
teniendo 12 meses, pero cada uno con 3 periodos de 10 días. En vez de semanas
eran “décadas”. Los 5 días que faltaban hasta completar los 365 días de un año (6
en año bisiesto) se pusieron como fiestas nacionales al final de cada año, y se
llamaban días complementarios (estaba
el día de la revolución, el día de la recompensa, el día de la razón…).
El afán
revolucionario afectó también a los nombres del calendario. Se suprimió el
calendario y se implantó otro, el Calendario Republicano, que además eliminaba
las referencias religiosas. El año I (se nombraban con números romanos) empezó
el 22 de septiembre de 1792, coincidiendo con la proclamación de la República,
y también con el equinoccio de otoño de ese año.
Y por si
fuera poco, se cambió el nombre de los meses, y pasaron a hacer referencia a
fenómenos naturales y a la agricultura.
En otoño
tenían:
- Vendimiario (de “vendimia”)
- Brumario (de “bruma”)
- Frimario (de “frima”, que significa
escarcha)
En invierno
tenían:
- Nivoso (de “nieve”)
- Pluvioso (del latín pluviosus, que
significa lluvia)
- Ventoso (de “viento”)
En
primavera tenían:
- Germinal (de “germen”, que significa
semilla en latín)
- Floreal (de “flor”)
- Pradial (de “pradera”)
En verano
tenían:
- Mesidor (del latín “messis”, que
significa cosecha)
- Termidor (del griego “thermos” que
significa calor)
- Fructidor (de “fruta”)
Como ya he
dicho, cada mes tenía tres décadas, cuyos días recibían estos nombres: primidi,
duodi, tridi, quartidi, quintidi, sextidi, septidi,
octidi, nonidi, décadi. Es decir, simplemente el orden de los días (primer día, segundo día,
tercer día,…).
Y en vez de asociarse cada día a un santo, como hacemos hoy día, se
asociaban a plantas, minerales, animales o herramientas. Así, el primero de
vendimiario, cuando empezaba el año, era el día de la uva, y el último día de
fructidor (el último día antes de los días complementarios) era el día de la
cesta.
Aquí
se pueden ver todos los nombres que se daban a cada día (en francés y en
inglés)
El calendario se abolió el 1 de enero de 1806, que coincidía con el 11
de nivoso del año XIV. Una de las razones para suprimirlo es que a la gente no
le gustaba tener que trabajar ocho días seguidos para descansar dos (con
nuestro calendario, se trabajan cinco días y se descansan dos).
Aquí se puede convertir cualquier fecha al Calendario Republicano francés.
Por ejemplo, mi fecha de nacimiento es Octidi 28 de pluvioso de CXCV (195). El
28 de pluvioso era el día del ciclamen (una planta con flores rosas).
La Revolución Francesa da para muchas historias y anécdotas. Algunas
son leyendas urbanas, como la de que María Antonieta (la reina) dijo que si la
gente no tenía dinero para comprar pan, entonces que comieran pasteles.
Otras historias son ciertas, como que al padre de la química moderna,
Lavoisier, le cortaron la cabeza por trabajar como recaudador de impuestos. Es
famosa la frase que le dijo el tribunal que le condenó: “la República no
necesita científicos”.
Pero mi favorita es esta. En un momento dado, se hizo un censo de población,
y se presentó un caballero apellidado “De Saint-Janvier” (literalmente “de San
Enero”). Y se sucede un diálogo entre ese caballero y el burócrata del
gobierno:
- -
Caballero: mi apellido empieza por
"de..."
- -
Burócrata: no se puede admitir, los apellidos que
empiezan por "de" denotan un origen noble y la revolución ha abolido
la nobleza
- -
Caballero: pues quítelo, luego viene el
"Saint..."
-
- Burócrata: no se puede admitir, la revolución ha
abolido la religión católica, por tanto no hay santos.
-
- Caballero: pues quítelo, luego viene el
"Janvier..."
- - Burócrata: no se puede admitir, la revolución ha
cambiado el calendario y ahora el mes de enero es el mes "Nivoso".
Así que a partir de ahora te vas a llamar Señor Nivoso (“Monsieur Nivôse”)
El Sistema de tiempo decimal se
volvió a instalar brevemente en 1871, durante los incidentes de la Comuna de
París, que fue el primer intento de instalar un gobierno comunista. Pero este
movimiento no triunfó, ni tampoco, claro está, el Sistema de tiempo decimal.
La Revolución Francesa fue una época muy convulsa, en la que mucha
gente perdió la cabeza (literalmente) a causa de la guillotina. Si hoy se
volviese a intentar establecer como medida de tiempo, seguro que la gente
volvería a perder la cabeza, esta vez, eso sí, figuradamente.
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